ABIERTO POR OBRAS. AUTOCONSTRUCCIÓN EN EL PATIO DE LA ESCUELA DE DISEÑO DE MORATALAZ
Moratalaz
Otro curso ha empezado. Las salas comunes disponibles ya son todas de uso polivalente intensivo desde hace años: aula para los de primero por la mañana, comedor al mediodía, aula para los de tercero a la tarde, biblioteca por la noche. Ni aun así es suficiente. Hacen falta aulas, y ni están, ni se les espera. No hay recursos. La crisis. ¿Qué hacer? Protestar, reclamar, manifestarse. Sí, pero además, está el patio, el tiempo, las ganas y surge el impulso de atreverse a hacer.
Los primeros días, las tareas de despejar el solar, acarrear materiales, cavar alguna zanja o nivelar partes del terreno, no tienen atractivo suficiente para superar las dudas de los jóvenes más escépticos, la condescendencia de algunos profesores y la desconfianza de los vecinos. A los pocos meses, jóvenes que en su vida habían usado un pico ni una pala, manejan con desenvoltura una sierra radial o la circular. Alguien trajo un conteiner que podía hacer las veces de refugio provisional. Después, vigas y planchas recicladas de otros proyectos sirvieron a los participantes para ir levantando el armazón, y el entusiasmo fue creciendo.
La obra con dos aulas de 60 m² cada una estaba ya a punto de acabar cuando la primera semana de Febrero de 2017 visitamos “la escuela crece” de Moratalaz, Madrid: una iniciativa de autoconstrucción protagonizada por jóvenes con distintas trayectorias, y el apoyo del grupo Recetas Urbanas y la Escuela de Diseño de Madrid. Un esfuerzo colectivo que empuja los límites entre lo formal y lo informal, lo legal y a-legal, la necesidad de las circunstancias y la abundancia de las destrezas. Algunos comentan el margen de mejora estético, aceptando aunque sea de manera implícita otros logros más estructurales, otros precisamente ven en esa amalgama estética las sugerencias democráticas, incluso utópicas, de artistas contemporáneos del fotomontaje.
En ocasiones, los jóvenes reciben acusaciones contradictorias de idealistas a la vez que cortoplacistas, mientras la realidad educativa y laboral de las últimas décadas, en toda Europa, y sobre todo en España, los fuerza a posponer hacia un horizonte temporal indefinido la satisfacción de necesidades básicas como la vivienda, unos ingresos que garanticen autonomía personal, e incluso la confianza en las capacidades propias para desenvolverse en su entorno.
Por un lado, el sistema educativo no ha sido del todo ajeno a que la transición educación-vida laboral se haya ido alargando y complicando con el paso de los años. En lugar de cuestionarse y quizá rediseñar los contenidos, prácticas y resultados de los casi 20 años que muchos jóvenes pasan en instituciones educativas, a menudo la respuesta del ámbito académico al requisito de sintonizar mejor con potenciales demandas laborales ha sido alargar años y años la preparación de los jóvenes con másteres o formaciones adicionales que supuestamente garantizarían una mejor inserción laboral; inserción que, más tarde, no pocas veces volvía a aplazarse y en otras muchas o dejaba mucho que desear o apenas tenía vínculos con esos largos años de formación superior.
Por otro lado, la improvisación de respuestas de buena parte de las políticas laborales de los últimos 40 años de la democracia española a las exigencias desreguladoras del mercado laboral, ha traído efectos colaterales más o menos inintencionados, entre los que se encuentra el enquistamiento de la discriminación entre trabajadores temporales e indefinidos, algo que sufren especialmente las mujeres, los inmigrantes, y los jóvenes. Así, muchos jóvenes se ven abocados a una sucesión de presuntas “becas” nominales – ni la formación ni los ingresos recibidos justifican el nombre-, contratos de aprendizaje y contratos temporales que alargan sin fin previsible unas condiciones precarias y subalternas.
Ante estas circunstancias, demasiadas veces desoladoras, aventuras como la escuela crece, donde jóvenes con itinerarios vitales distintos experimentan desde el primer día la satisfacción de generar valor tanto para ellos como los demás, ofrecen pistas reveladoras sobre como facilitar tanto el aprendizaje de nuevas capacidades como su puesta en práctica para beneficio personal y de la comunidad en que viven. A lo largo del proyecto, esperamos que el estudio de ejemplos como la escuela crece nos permita contribuir a detallar esas pistas.